En inglés todo suena mejor. No sé si es cierto o mero espejismo
lírico. Pensándolo bien creo -y tengo
licencia para errar- que juntar palabras sin conexiones, o mejor dicho, conexiones invisibles no desconcierta la mente. El cerebro pone neuronas a la obra; se dedicarán a relacionar cada cosa, poner las cosas en su sitio, salir del caos imprevisible de
las palabras, dresser un tableau, etc. ¿a nuestro antojo?
Cara
dura, dar la cara, cara a cara, encarar, verse las caras, ... La cara virtual,
espalda de la verdad, otra cara de la moneda, recto del verso inacabado, norte
de la brújula,
revés de
fortuna, dorso de la mano zurda. Ni libro, ni cara. Exhibición, Web reality, ganas de lucirse, perfiles de caras borrosas, máscaras y no caras. Se me ocurre:
Libro de las máscaras
o mejor Anécdotas y Máscaras.
¿Pressbook de los pasillos con fregona?
Culebrón de
insípidos
don nadies.
Las
lenguas latinas sufren de "explicitosis", tanto caso y declinación acabarán con la poesía cotidiana. Los poetas
trastocan el orden (crono)lógico en un espacio desmedido. Se quedaron aislados, sin
eco, ni caras para componer paisajes. Se impuso Descartes con la lógica (di)visible a las espaldas de lo
invisible. Anidamos prejuicios palpables, pruebas cuantificables, evidencias
indiscutibles y errores impensables. Todo aquello que la mente no alcanza no
existe. De ahí que
Dios exista, que las galaxias existan, que el Universo exista, que lo virtual
exista, que el libro de las caras exista, que
No
existen ni el silencio redondo de la Luna, ni el verdoso resplandor de la
naranja, ni el despertar de la ausencia ajena, ni tampoco el baile turquesa del mar, ni el
pío triangular del pájaro, ni siquiera el volar flotante del
cachalote, ni el respirar sordo del espasmo de la noche, ni el orgasmo
irregular de las voces de los mudos, ni el chapoteo arqueado del alba rojiza,
ni el envidioso beso del despertar, ni el abrazo pentadimensional lento y
astuto del aire sobre las nubes, ni la dureza del viento cuadriculado, ni el
ruido de una mano, ni el olor picante y sudoroso de la nota musical, ni la caída vertiginosa del mal angélico, ni el despojo de raíces infieles, ni cerezas sin
hueso, ni
Sigo sin
saber si suena mejor Facebook; yo prefiero "el libro de la selva".